marzo 21, 2011

La noche que hablé con Paul Auster

Publicado en la Revista Contrapoder (Ene-2011)

“Esto sólo pasa en Nueva York” repetía mi compañero de viaje, en la sala de un cine de películas independientes en la que se encontraba el director checo Jan Hrebejk, cuya película acabábamos de ver. Y tenía razón. La noche anterior había salido a buscar una soda y algo para comer y camino a la tienda ví a Jonathan Franzen hablando sobre su última novela “Freedom” en el interior de la librería McNally Jackson. Sólo en Nueva York.

Pero siendo lectora sería incompleto hablar sobre mi experiencia en  esa ciudad, sin hablar del escritor neoyorkino por excelencia: Paul Auster, autor de “Invisible” y de “La trilogía de Nueva York”, que incluye la brevísima novela “Ciudad de Cristal” que veinte años más tarde fue adaptada exitosamente a novela gráfica y que hace poco inspiró la creación del juego de Playstation que lleva su nombre.

Volviendo a mi compañero de viaje, pues sin él no hubiese vivido la experiencia que hasta la fecha me mantiene en estado de shock. Estábamos bajando las estrechas gradas del departamento donde me hospedaba cuando me informó que al día siguiente, veríamos a alguien importante. Rodé las escaleras pensando en Paul Auster. Esa tarde fuimos al Café Reggio en el Greenwich Village donde escribió Ciudad de Cristal.

Al día siguiente estuvimos en la Sociedad Asíatica muy temprano para poder comprar las entradas y escuchar la charla “Lost (and found) in translation” en la que participaba el escritor (quien algún día fuera traductor de textos de los poetas franceses André Du Bouchet y Jacques Dupin) y Motoyuki Shibata su traductor al japonés y amigo durante muchos años. Una charla en la que Auster escucharía por primera vez como se oía su obra en ese idioma.

El diálogo se desarrolló de manera más bien familiar, una conversación entre amigos sobre las similitudes y las diferencias entre ambos países, cine y baseball. Auster instó a los jóvenes escritores a vivir la experiencia de la traducción como la mejor manera de leer. “Tienes que entender un texto completamente antes de empezar a traducirlo. Luego debes desmontarlo, desmembrarlo totalmente y entonces construirlo otra vez en una nueva lengua”.

Cuando se abrieron las preguntas del público sentía que estaba en Babel; los asistentes, quienes por la capacidad del salón no éramos muchos, lo habíamos leído en español, inglés, japonés, ruso e italiano. Su esposa Siri que estaba sentada delante nuestro, se viraba constantemente a comentar con nosotros sobre las opiniones de Auster y Shibata. Esa noche me sentí como un personaje de una obra de Auster, una noche en la que crucé la delgada línea entre la realidad y la ficción.

En la última pregunta del público se citó a Goethe y se comparó al escritor neoyorkino con una papa, pues existen escritores que son “flores tropicales” es decir que no se pueden traducir, mientras que él, siendo una papa podría crecer (ser traducido) en cualquier tierra. No tuve tiempo de refutar la comparación, así que terminada la charla tomé mi libro y me acerqué a él con el afán de que me firme una copia de su última novela “Sunset Park”.

Cuando lo tuve en frente le dije que le pondría un conciso ejemplo para rechazar la “teoría de la papa”. Y es que dos semanas antes había leído con los alumnos de comunicación de la Universidad Católica de Guayaquil la novela titulada en su idioma original como “City of Glass”, en donde la palabra “glass” es traducida como cristal. Una novela negra en la que el autor nos revela desde la primera página, el leitmotiv de la obra al otorgar el pseudónimo de William Wilson a su protagonista.*

Al llegar a la mitad del libro nos encontramos con una charla entre el personaje principal y el sujeto de su investigación, en la que éste último cita la obra de Lewis Carroll “Through the looking glass”, dándonos una vez más una clara pista sobre lo que está sucediendo en la novela. En esta ocasión la palabra “glass” es traducida al español como espejo y en la obra, la pequeña Alicia contempla al mundo como una inversión de la realidad.

Glass y glass. Cristal y espejo. Un simple ejemplo de que la traducción literaria es una tarea ardua y que el traductor puede tanto aportar al texto como hacer que el trabajo del mismo pierda sentido. Si al leer “Ciudad de Cristal” no tenemos conocimiento de los títulos de ambas novelas en su idioma original, y/o si no prestamos atención a este detalle, no se podría llegar a concluir la intertextualidad de esta obra y lo que autor nos trata de develar al citar a personajes de Poe, Carroll y Cervantes a lo largo de la misma.

Hubiera podido elaborar más pero como Alicia, fui rápidamente devuelta a la realidad para dejar que el autor siga firmando los libros de los demás asistentes. Lo único que recuerdo es que Paul Auster me dijo que no sabía como escribir mi nombre. Sé que me dijo algo más, pero no lo recuerdo porque lo hizo mientras yo estaba del otro lado del espejo.


* William Wilson es un personaje de Edgar Alla Poe, perseguido por su dopplegänger, su fantasmagórico doble.  Al final de la obra el Wilson sobreviviente aparece frente a un espejo en el que ve reflejado el rostro del fallecido, momento en el que el narrador siente que está pronunciando las palabras: «en mí existías, y en mi muerte, ve cuán profundamente te has asesinado a ti mismo».

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