agosto 05, 2010

La Strada: el circo de la soledad

“non è ciò che diciamo, ma come lo diciamo che è importante” -F.Fellini


Federico Fellini comparó al mundo con el circo, de esta manera es más fácil entender por qué es un tema recurrente en sus películas. Confieso que siendo fanática de este director y del cine italiano, acabo de ver por primera vez “La Strada”, ganadora del Óscar a mejor película de habla no inglesa en 1957 (tres años más tarde de ser estrenada) y en la que actúan Anthony Quinn, Richard Basehart y Giulietta Massina, esposa de Fellini. Una película sobre el circo detrás del circo.

El director y guionista desprovee de hogar a tres personajes que nombrándolos resultarían desvalidos: una mujer inocente, un bruto y un loco. Pero como él solía decir “lo importante no es aquello que decimos, sino cómo lo decimos”, Fellini nos cuenta la historia de una Gelsomina (Massina) que pasa de ser una muchacha pobre y sin aparente talento a ser una persona que ilumina vidas; Zampanó (Quinn) un hombre bruto que sólo sabe vivir de su fuerza, y al final nos regala su redención en una conmovedora escena, y el Matto un equilibrista de sonrisa tonta que al final de cuentas le da una lección de vida a ambos. Tres personajes que van creciendo como debería ser un buen guión.

La película está llena de escenas y diálogos inolvidables; una de las más importantes es la anagnórisis de la protagonista cuando el loco riéndose de ella, que llora porque no sabe qué hacer, si abandonar a su violenta pareja o no, la cuestiona sobre su propósito en la vida y tomando una piedra del piso le dice “No, no sé cual es el propósito de esta piedra, pero debe tener uno, porque si esta piedra no tiene un propósito, entonces nada tiene sentido... ni las estrellas. Al menos, así lo pienso yo. Y tú también, tú también tienes un propósito, con esa cabeza de alcachofa que tienes.

El clímax de la historia lo alcanza un accidente que cambia la vida de los tres protagonistas y que al mismo tiempo los libera. La película comienza en la playa con el anuncio de una muerte y termina de la misma manera, pero en la escena final sentimos el dolor que sufre Zampanó quizás por primera vez en su vida, por haber perdido a su compañera, la única capaz de sentir afecto por él y de decirle “mi hogar es contigo”.

Como en 8 ½, Amarcord y La Dolce Vita, Fellini cumple con entretener a todos los que asistimos a su circo. Una película llena de pasión, sobrecogedora y melancólica que nos hace reflexionar sobre la soledad de las personas, estado al que el director nos somete durante toda la película con sus áridos paisajes, diálogos y escenas.  Al final de este día en que ví “La Strada” (en español: el camino, la carretera, la vía) sólo queda cuestionarme si sé ¿cuál es el propósito en mi vida?. 

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