noviembre 08, 2010

Sweeney Todd en Guayaquil

El teatro lleno, las luces bajan y el telón descubre una magnífica escenografía dinámica que mutará durante toda la obra.  Se escucha al coro preguntar “¿Sabed quién era Sweeney Todd?” Siento escalofríos.  Hay cuarenta personas en escena para interpretar el musical original del neoyorquino Stephen Sondheim.

Cuenta la leyenda que Sweeney Todd, el cruel barbero de Fleet Street existió aunque no ha sido comprobado.    Benjamin Barker, nombre original del protagonista regresa para vengarse del hombre que lo desterró y se quedó con su familia, asesinando a decenas de hombres con su navaja de afeitar hasta conseguir su cometido.  Su cómplice Mrs. Lovett es la encargada de desaparecer la evidencia, convirtiendo los cuerpos de sus víctimas en rellenos para pasteles.  La trama tiene giros inesperados que no puedo develar pero que hacen de esta, una obra muy excitante.

Antes de ir al teatro, había visto la sangrienta adaptación del musical llevado al cine por Tim Burton, pero para ser honesta mi primer encuentro con Sweeney Todd se lo debo a la película “Jersey Girl” donde el barbero era interpretado por Ben Affleck en la obra escolar de su hija.  Pero la magia de las películas y los efectos especiales no lograron superar al musical en vivo.

La actuación del costarricense Fitzgerald Ramos y la ecuatoriana Elena Vargas como solistas principales es estupenda, pese a que por llegar tarde al teatro y tener una mala ubicación, me perdí parte de las  líneas de la pastelera por problemas de sonido o acústica del teatro, único detalle que puedo reprochar porque el resto fue impecablemente cuidado y puso en evidencia que para poner en escena una obra de tal magnitud el equipo se tomó un año.

Mención especial para Liliana Duque encargada del diseño escénico que permitía que un escenario giratorio nos transportara de la calle Fleet Street a la barbería, la pastelería, la casa del juez, el manicomio, el interior de la casa de la pastelera y al mortal horno sin bajar el telón; para Pepe Rosales encargado del vestuario y para la niña que interpretó a Tobby, quien se roba los últimos minutos de la obra.

Han pasado tres días y sigo escuchando al Coro Mixto Ciudad de Quito y a la Compañía Lírica Nacional, acompañados por la Orquesta Sinfónica de Guayaquil dirigidos por Raymond Fellman (E.E.U.U) y Vasiliki Tsouva (Grecia).  Llegué treinta minutos antes de que empiece la obra y pienso que tuve suerte al lograr entrar a este espectáculo, que pudimos apreciar más de 3000 personas en dos presentaciones gratuitas gracias al aporte del Fonsal y el Municipio de Quito.

Quienes estuvimos en el teatro difícilmente podremos olvidar la majestuosa calidad del musical, estrenado originalmente en Broadway en 1979.  Y justamente en eso pensé durante toda la obra, que estaba presenciando un musical a la altura de Broadway.  La gira continúa en Cuenca el 12 y el 13 y cierra en Quito el 17, 18, 19 y 20.  Bien por la iniciativa de la Fundación Teatro Nacional Sucre que nos sorprendió con este evento.  Ojalá esta sea la primera de otras obras de esta dimensión que podamos apreciar en el país.




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