octubre 06, 2010

El piso del editor

Me alcé el mojito martini en cuestión de segundos para darme valor, me quité una gota de vodka de los labios con el dedo anular, recorrí mis dientes con la lengua para remover cualquier resto de hierbabuena y engallada caminé derecho hasta llegar a él.  Lo interrumpí mientras conversaba con un par de tipos enternados, probablemente del mundo editorial, y sin mayor introducción o pena le dije -Claudio ¿te gustaría tener una esclava del tercer mundo?-.

El editor soltó una carcajada seca, bien le venía descansar del trabajo y de las preguntas poco creativas que le había ofrecido la velada hasta el momento. Inmediatamente giró su cuerpo hacia mí, viejo lobo que percibió el olor del miedo que despedía y que el vodka no logró disimular.  Los hombres se fueron sin que lo pidamos, quizás nuestras miradas incendiarias los quemaron.  “¿Y cómo se llama mi esclava?” guiñó (no sé si fue pensado o era un tic), -Layla, hoy me llamo Layla- respondí.

La noche se desenvolvió entre coqueteos y preguntas que le asegurasen que no tenía una novela para editar en mi cartera: ni la mía, ni la de nadie.  El editor es un hombre: encantador, maduro, de cabello canoso que peinaba con los dedos con excitante frecuencia, una barba de dos días que no me resistí a acariciar y  un físico que prometía aguantar más de una ronda… Bebimos y no hablamos de Nobeles ni del post boom, sino de experiencias de viajes, cócteles y noches locas. 

-No cambiaría Barcelona ni por la promesa de un manuscrito escondido de Stieg Larsson – rió irónico, -en cambio yo daría muchas cosas por llegar a tu piso- clara y con cara de ahora mismo.  Toda la noche le envié mensajes directos en los que me colaba a su departamento, señales a las parecía ceder complacido.  Me había puesto ese vestido ceñido que no me falla porque sabía que esa noche lo encontraría.  Como era de esperarse nos retiramos temprano.

Cuando abrió la puerta de su piso escuché un ronroneo.  Me agaché y acaricié al gato, “se llama Plutón”.  Repentinamente asimilé que estaba en el departamento de un hombre al que no conocía y por un momento pensé, que iba a terminar emparedada en la cocina.  Se rió una vez más y me dijo sin que le preguntara, que no tenía los problemas del protagonista de la historia en cuestión*; luego caminó hacia su habitación y me dijo que me ponga cómoda.  Me saqué los zapatos y comencé a pasear mi índice con aroma a mojito por los cientos de libros, los cuales sospecho habría leído todos.  Luego revisé sus fotos: una de su madre, sus hermanos y sobrinos, un perro muy fino, Plutón, y varias con un amigo.  Ninguna mujer de importancia para enmarcar.

¿Gatita, me sirves un vodka tónica?, gritó desde la habitación.  –Mmmkey- respondí entre dientes, asumiendo el papel propuesto.  –Gracias gata, mañana te espero a las 8h00- dijo empuñando el vaso y empujándome con el meñique hacia la puerta, -no tardes, que a mi novio le pone de mal humor tomar el desayuno después de esa hora-.  Flashbacks del camisón de bolas, medias a rayas, dedo meñique empinado, cejas bien cuidadas, ninguna foto con mujeres.  La despedida a la fantasía con el editor me golpeó el ego tan duro como me dio la puerta en la nariz.

Al día siguiente estuve en su piso quince minutos antes de las ocho.  Había comprado pan francés y preparé mi desayuno estrella: omelette de espinaca y cheddar, jugo fresco de naranja y café pasado.  Cuando terminé lo acomodé todo sobre el desayunador junto al diario que recogí a la entrada, sobre el cual coloqué el manuscrito de este libro.  No doy por perdedor al vestido rojo, sino fuera por él no habría subido jamás al quinto piso.  Pero este libro… se lo dedico a mis habilidades de cocinera del tercer mundo.

*El gato negro, Edgar Allan Poe.

4 comentarios:

Maximiliano Galin dijo...

Que buena historia, Ade, me pregunto si habrá ocurrido de a de veras...
El editor se lo pierde. La vida por su lugar, y nada de citas de autoridad ni escritores que no sean los protagonistas de la historia.
Besos.

Eingana dijo...

No había visto tu comentario... pero, sí, hay una línea de autobiografía y el resto de fantasía jajaja

En todo caso cuando publique será sin influencias, eso sí tenlo por seguro! Sobre todo con ese editor con el que no hay futuro jajaja

Leny Pereiro dijo...

Hola! Llegué aquí a través de Networkedblog y me gustó lo que encontré.
Por eso te dejé un regalito-premio en mi blog.
Besos y nos seguiremos leyendo!
http://sicontigocuento.blogspot.com/2010/10/premio-libros-de-miedo.html

Eingana dijo...

Leny,
Pasé por tu blog, gracias por la mención. El próximo cuento será de terror.
Un abrazo.